martes, 26 de febrero de 2008

¿Y a nosotros qué nos pasa?

¿Y a nosotros qué nos pasa? No somos distintos. Tenemos una certeza, eso es todo. Sabemos que así no, que tal como está organizada la sociedad, no. Sabemos que la amargura no es una solución.
El Padre de Blancanieves, de Belén Gopegui.

Siempre joven

Una amiga me dedica esta cancioncilla, que una noche loca nos pusieron en La escalera de Jacob. Qué cabrona ;-)

Cejitas Vs. Barbitas

Combate aburridísimo, uno con horchata en las venas y el otro repitiendo los mismos golpes. Llamé a la primi y cuando colgué ya se había acabado y estaba la tele llena de gente intentando convencer que uno había ganado y el otro perdido. Más patético aún que los propios candidatos. Es necesaria una alternativa urgente al sistema de elecciones cada cuatro años y también al periodismo (de esto último va Flat Earth News).

Forges, genial again, en la viñeta de El País:

domingo, 24 de febrero de 2008

Treinta añitos

3... 2... 1... El miércoles es mi cumple. Tercer día de la semana, tercera década. Hace un año no habría adivinado que estaría zampándome trocitos de Madrid. Espero que el que empieza también esté lleno de sorpresas.

Ahí van algunas fotos de mis fotos favoritas de los últimos veinte:

El Pabellón de los Gozos

Quisiera adentrarme en el Pabellón de los Gozos del Mundo Flotante. Dice Andrés Ibáñez que allí dentro se han vivido

historias de cortesanas,
historias relativas al uso de plantas, pociones y bebedizos,
historias relativas a muchachas jóvenes,
historias sensuales y maravillosas,
historias de zorros y vampiros,
historias del seductor Lobo del Bosque,
historias donde intervienen muebles lacados,
historias de diablos y diablesas fornicadores,
historias de mujeres insaciables,
historias de sonambulismo,
historias que suceden a lomos de un elefante,
historias de la Hermandad de las Adoradoras del Gran Falo de Jade,
historias de amazonas.

El perfume del cardamomo. Impedimenta.

Mensajes con carmín

No sé si vive con sus padres, si tiene novia, si estudia o trabaja, qué hace los sábados por la noche ni por qué ayer se subió en el mismo vagón de metro que yo, acepté uno de sus auriculares, aceptó mi mano, me desnudó tan sólo cerrar la puerta de casa y antes de volver al camino del que se había desviado en el metro escribió con pintalabios en el espejo te había soñado.

sábado, 23 de febrero de 2008

Oleg Soulimenko



Un inicio. Otro. Y otro. En medio, luces apagadas, risas, bocas abiertas y desconcierto por no saber cuándo ni cómo llega el fin.

Me encantó.

El dibujillo es de D., que ha escrito más sobre la performance del ruso.

Explotación laboral

Una lectora critica la explotación en el cine pornográfico. Rafa Reig saca el lápiz y contesta. Su respuesta sigue siendo lo primero que busco al abrir el periódico:

El Festival de Cine Erótico se ha trasladado a Madrid y con él las expectativas de bonanza para este sector esclavista del sexo. Madrid o Barcelona, Bruselas o Estambul, en todas partes se despliega el dominio de la parte más baja del hombre con fines de explotación. Explotación para los que se venden, explotación mísera y delictiva para los que negocian con el cuerpo humano como con una mercancía al abasto de oscuras pasiones. La pornografía en sentido estricto no es más que un abajamiento moral de la persona: pobres mujeres y hombres que se prestan a formar parte de la rueda de los deseos desenfrenados.

María Ferraz Barcelona


No sé si en el cine erótico o pornográfico hay mucha explotación. A lo mejor sí. En cambio sí sé que se explota mucho a los tele-operadores, a las cajeras o a los moto-mensajeros, entre otros muchos empleados. Como usted, estoy en contra de la explotación en todos esos sectores esclavistas y también en el cine porno (si es que hay mucha explotación allí). Luchemos contra la explotación, María, allí donde se produzca, incluso en la industria pornográfica.

Por lo demás, todos “negocian con el cuerpo humano como una mercancía”: los empresarios compran nuestra fuerza de trabajo, nuestro tiempo, nuestro cansancio y hasta nuestras diminutivas esperanzas.

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viernes, 22 de febrero de 2008

Cesión inesperada por la campaña electoral

Tengo que pasarme tres días en la sección de política como refuerzo para la campaña electoral. Impresionante. Lo único que sé es que para el periódico los malos son los del PP, los buenos los del PSOE y los demás querrían que no existiesen.

jueves, 21 de febrero de 2008

Guerras fabricadas

Tapamos su cuerpo con un mantel, y en ese momento me hablaste de quienes cubrían las guerras de reportajes, artículos, emisiones, encuestas, desde sus despachos de Londres o nueva York. Fingiendo olvidar el precio del barril, en nuestra conversacionón surgieron los odios ancestrales, las catástrofes humanitarias, los procesos democráticos obstaculizados.

- Ya verás, van a explicar esta carnicería a raíz de la rivalidad entre los bantúes y los pueblos del Nilo –dijiste con una acritud que no te conocía.

- Yo pensaba que en esta región todos eran bantúes…

- El antropólogo de turno encontrará tantas etnias como haga falta y se dirá que se han odiado siempre y que no han hecho otra cosa que matarse entre sí… O bien recordarán que hace veinte años el indeseable presidente visitó a Gaddafi o Fidel. Y en todas las pantallas del planeta, en todas las radios se le presentará como un terrorista sanguinario. Y la organización de todo este escándalo se le pagará con el abaratamiento del barril. ¿Cómo decía el viejo Marx? “Promete al capitalismo un trescientos por ciento de ganancia y ningún crimen lo detendrá”. Siempre vigente…

Réquiem por el Este, de Andreï Makine. Tusquets

Explica cómo los espías rusos fabricaron y desfabricaron con sólo descolgar teléfonos y asistir a fiestas parisinas. A ratos pone los pelos de punta.Y entran ganas de coger la chupa y salir corriendo.

Semanas robadas del calendario

Desde la vuelta de las vacaciones y la desaparición del Internete me han robado dos semanas del calendario. De lo poco que me acuerdo -será porque no he cenado- es de un risotto de queso espolvoreado con eneldo para comer, unos cangrejos de río para relamerse los dedos -quiero más, ñami ñami- de cena y un bol delicioso con yogur, fresas y rosquillas de madrugada al volver de la presentación oficial de la Malasaña nocturna a la Losi -acompañada de un xiquet molt trempat.

Rebuscando un poco más, sale Corcobado en Agrio beso. Todas las formas de morir con medicamentos legales que nos enseñó. Las canciones viscerales que cantó. Los poemas. Las conversaciones aparentemente improvisadas. Las risas. La comunión de MDMA. La roca de cartón-piedra que debía aplastarnos al final.

Y los arañazos, mordiscos y azotes que nos dimos al salir de allí más vivos que antes.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Quieres que te haga un güaguis, mi vida?

Tenemos tres horas por delante cuando arranca el autobús de Marrakech a Essaouira y los asientos de al lado— sea por el destino, intervención divina, despiste del autobús o regalo de no-cumpleaños — están vacíos.


Intercambiamos miradas, susurros y manos esperando que al rozarnos salga de su escondite en la lámpara algún lugareño maldito. Pero todo sigue igual. Incrédulos, pero salidos como perros, después de la parada en el bar-del-amigo-del-conductor seguimos sin vecinos de autobús. Y volvemos a mirarnos, susurrarnos y manosearnos.


Estoy ardiendo cuando me tumbo sobre sus rodillas, con su chaqueta enorme por encima, cubriéndome de la cabeza a la cintura. No veo absolutamente nada aunque tengo los ojos abiertos. Pero le noto empalmadísimo al rozarle por encima del fino pantalón de casi verano. El olor es muy fuerte y excitante también. Acerco la boca, esperando que sienta el calor húmedo que desprende. Y lo siente. El botón ya está desabrochado. Le bajo la cremallera despacio, meto una mano —la izquierda, por eso de ser zurda— y le agarro la polla, primero suave, luego menos suave, después incluso con un poco de fuerza y cada vez más. Está enorme, caliente, a punto de explotar. La palpo lentamente hasta el final, la recorro con la lengua hasta donde permite el pantalón, sería demasiado escandaloso sacarla, demasiado atrevimiento. Cuando finalmente cambio de idea, él no se mueve, está quieto y silencioso como una estatua. Me muero de calor bajo su chaqueta y daría lo que fuese por ver su cara mientras le masturbo lo más despacio posible para disimular cada movimiento. Exasperantemente despacio también, mi lengua entera se desliza arriba y abajo de su verga durísima, notando con claridad las venas hinchadas, entreteniéndose en el glande, antes de no poder resistir la tentación de metérmela en la boca. La retiro rápido porque es evidente que chupársela va a ser demasiado descarado pero ya estoy demasiado excitada para que me importe. Repito. Un poquito más dentro. Un poquito más. Hasta que noto que me agarra un brazo y me quedo petrificada, dudando si si su gesto significa que pare o que siga, mientras me doy cuenta que estoy empapada, ahogándome de calor, impregnada de un olor acre y penetrante, y pasados unos segundos sigo chupándosela, moviendo ya cada vez menos despacio la mano y dándole nada lentos y pequeños lametones en el glande. Finalmente explota sin el más mínimo gemido. Y noto cómo la boca y la garganta se llenan de semen antes de tragarlo todo. Y relamerme los labios.


(...)


La mejor mamada de mi vida, me dijo al recuperar el habla. Cierto o no, me encantó escucharlo.

La maldición de los lugareños que brotan como setas

Brotan

camareros, por arte de magia, cada vez que en una terraza solitaria una mano se cuela bajo su camiseta,
pescadores, de la nada, en cualquier playa desierta cuando nos acercamos demasiado,
policías, por toda la carretera, para amonestarnos por una infraction,
malotes, en los lugares más remotos, ofreciéndonos porros, amigo,
pastores, en montañas vírgenes, para pedir agua,
niños, en cualquier callejuela estrecha y oscura, para decir c'est fermée.

En esta preciosa playa, a los diez días de viaje, no apareció nadie...

martes, 12 de febrero de 2008

Cóctel marrakechí

Ingredientes

- Pon una terraza solitaria
- Añade unos vasos de ron
- Un poco de luna llena anaranjada en el cielo
- Unos porritos para realzar el sabor
- Un buen conversador
- Algunas páginas de libros bien escogidos
- Unos pastelitos marroquíes para conseguir el toque dulce final.

Mezcla, comparte y saborea en una tumbona sin prisas. La prisa mata, amigo.

Lost in translation en el hammam

Al cruzar la puerta distingo al fondo a tres mujeres matusalénicas que murmuran en una mezcla incomprensible de árabe y francés. No entiendo absolutamente nada de lo que me dicen pero me quedo allí de pie, sonriendo y sintiéndome totalmente perdida. Les enseño monedas y cogen una de diez dirhams, indicándome después por señas que me desnude entera menos las bragas, mierda, llevo tanga, pienso fugazmente, poco antes de recibir un cubo grande y otro pequeño y verme empujada hacia el interior.

Es un espacio en penumbra, envuelto de un vapor húmedo y muy caliente que se engancha a la piel y la despereza, en el que distingo mujeres sentadas enjabonándose, frotándose, compartiendo secretos, aclarándose, peinándose, secándose, mierda, no he traído jabón y me he dejado la toalla en la bolsa, me digo...

Me quedo en un extremo de la sala, arrojándome por encima el agua casi hirviendo que tengo en el cubo y mirándolas fascinada hasta que una de las chicas más jóvenes se acerca a mí con curiosidad y me empieza a preguntar. No entiendo nada, levanto los hombros y la miro con ojos interrogantes, me mira, sonríe, vous êtes très jolie, dice. Vous aussi, contesto. Sus ojos negrísimos me miran otra vez, me enseña su champú, sonrío y me dejo enjabonar el pelo, que queda impregnado de un intenso olor a océano. Me pasa su gel y metiendo su mano en un guante de crin me frota la espalda y los brazos con fuerza, para eliminar las células muertas, entiendo en su susurro y tiemblo ligeramente cuando, desde detrás también, me pasa el guante de crin por el estómago y las tetas.

Invertimos los roles y las posturas e imito nerviosa sus movimientos por su piel suavísima hasta que se gira hacia mí, sin miedo, más fuerte o algo parecido me dice cogiendo mi mano bajo la suya y arrastrándola a los muslos. Sigue hablándome en susurros y no entiendo nada de nada pero me levanto cuando me ofrece la mano, contesto a cada cubo de agua caliente con otro igual y a cada cubo de agua fría con un escalofrío que me obliga a cerrar los ojos. Cuando los abro, con la carne de gallina y temblando, descubro a muy pocos centímetros su sonrisa descarada.

lunes, 4 de febrero de 2008

El juego de la china menguante

- Hola amigo, ¿quieres porros?
- Vale
- Sígueme
- Vale
- Pruébalo
- Vale

Y al dar la primera calada, sentados en una terraza bebiendo té, empieza el juego, en el que hago de espectadora.

- Es de muy buena calidad, 400 dirhams, le dice el Malote al Pirata pasándole una china pequeña.
- Está bueno, sí, pero como mucho 200, contesta.
- No puede ser, amigo, éste es muy bueno, dice el Malote recuperando la china, 350 como mínimo, señala al entregarla un poco más pequeña.
- Que sí, pero que como mucho 200, insiste el Pirata devolviéndo la pelota al campo contrario.
- 300 , dice como contraoferta, enseñando una china aún más menguada.

Al llegar al final del juego, tenemos claras que las reglas no son regatear el precio sino el tamaño, arañando un trozo cada vez que la pelota pase a tu campo.

Ya solos, dos porros después, nos morimos de risa.

Comer, beber y amar en el sur de Marruecos

MARRAKECH


Plaza de D’jema El Fnaa

Gente, gente, gente y entre unos y otros zumos de pomelo rosa, té con menta por las terrazas, puestecillos humeantes en los que zamparse unas lentejas moras, atardeceres con el muecín de fondo, culturetas nocturnos (y algunos muy guapos) en Les jardins de l’Alhambra, serpientes sordas de tener una flauta enganchada a las orejas, leyendas infinitas contadas en corros.

Hammam Dar el Chabra
En la calle Fatima-Zohra, cerca de la Koutubiya. Para olvidarse del mundo en una caverna húmeda e hirviendo.


Hotel Gallia

Un riad con una terraza inolvidable. Sólo me quedé con ganas de usar la mantequilla, la mermelada y la miel del petit dejeneur en un festín caníbal por la cama.


Dar Cherifa

Salimos del caos de Marrakech al atravesar su escondida puerta y entrar en un café literario-galería de arte silencioso, con exposiciones temporales, sol por todos lados, almohadones inmaculados, almuerzos ligeros, susurros, miradas.


ESSAOUIRA


Taros
Un restaurante en el que brindar por el fin del viaje y derretirse de placer desde la primera ostra hasta el postre.

Plazuela pequeña a la derecha de la rue Mohammed Zerktoun
Un enorme zumo de naranja y kiwi con té de jazmín en una terracita al sol a 23 ºC en enero.

Plaza de Moulay Hassan
Petit dejeneurs viendo como la ciudad se despierta.

Les massages bérbères

Un masaje de dos horas con aceite de argán para salir flotando (y recordando Asia).

ENTRE ESSAOUIRA Y SIDI IFNI

Sidi Kaouki

A sólo treinta kilómetros de Essaouira, una playa inmensa y casi desierta en la que paseamos, nos bañamos, nos secamos en las dunas fumando un porrito y acabamos comiéndonos unas sardinas a la brasa, aceitunas con picante y ensalada de tomate marroquí en uno de los chiringuitos.

Cabras acrobáticas sobre los árboles de argán
Uno de los atractivos más divertidos del precioso paisaje que atraviesa la carretera entre Essaouira y Agadir.

Playas entre Tamri y Taghazoute

Da igual en cuál de ellas decidas bajar del coche, son todas impresionantes y vírgenes.

Playa Legzera
A la izquierda una puerta tallada en roca y, al atravesarla, una roca roja con forma de elefante. A la derecha, dos calas de las más bonitas que he visto en mi vida. Me encantaría volver allí sólo para cómo el sol desaparece en el mar al atardecer.

Hotel Suerte Loca en Sidi Ifni
Está allí desde 1936, llevado por una familia encantadora. Un lugar al que ir cuando quieres que no te encuentre nadie y se paren los relojes. Gracias, David.

De vuelta y media

Hola,

Ya he vuelto. He paseado, dormido, leído (menos de lo que esperaba), follado (más de lo que esperaba), comido, bebido té, fumado choco y (poco) más.